Las democracias contemporáneas atraviesan una crisis no sólo política, sino también de temporalidad. El Parlamento aparece como centro de las contradicciones producidas por una sociedad en la que impera la velocidad y la necesidad de eficiencia, en un mundo cada vez más complejo y globalizado. El Parlamento se inscribe en el tiempo según un ritmo y una lógica especiales, de acuerdo con su identidad institucional, normativa, política y humana. Sus tres funciones clásicas (legislar, controlar el gobierno y representar) son impactadas por el tiempo y participan a la producción de un tiempo especial, entre tiempo social, político y sobre todo jurídico. Este estudio se inscribe en un marco geoconstitucional limitado a cinco sistemas parlamentarios nacionales que tienen en común un carácter bicameral y un sistema parlamentario transnacional con la UE.